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Cómo Financiar la Iglesia
Hola, soy el Reverendo Ortiz, y este es el estudio: Cómo
Financiar la Iglesia.
A través de los años, miles de ustedes han visto mis estudios
y han aprendido que el diezmo de Dios no tiene nada que ver con nuestro
ingreso. A la luz de este hecho, algunos
de ustedes han expresado preocupación sobre cómo financiar la iglesia. Por tanto, con la ayuda de mi título en
contabilidad, he preparado este estudio para contestar sus preguntas.
Pero antes de comenzar, quiero que quede claro que
Jesús jamás uso la palabra iglesia para
referirse a un edificio. El sólo usó la
palabra iglesia para referirse a nosotros, sus seguidores. Nosotros somos los que hemos cambiado el
significado de la palabra iglesia para que también se refiera a edificios. Pero si tener un edificio fuera una necesidad para la iglesia, entonces
Jesús habría construido un edificio para su iglesia, ya que Jesús era
carpintero. A pesar de tener esta habilidad,
Jesús no construyó un edificio para su iglesia. Tampoco nos mandó a construir edificios. Por el contrario, cuando le mencionaron los
edificios del Templo, Jesús contestó, “no
quedará piedra sobre piedra que no sea derribada.” Mateo 24:2b. Y cuando Pedro dijo, “hagamos tres enramadas...” (Marcos 9:5) Jesús lo ignoró.
Jesús sabía que, si tener edificios fuera un requisito
para la iglesia, entonces los hijos de Dios serían sobrecargados por los gastos
necesarios para comprar y mantener edificios. Además de esto, Jesús también conocía que
nosotros comenzaríamos a acumular tesoros arquitectónicos, aquí en la tierra. Lamentablemente, nosotros hemos pasado por
alto esta lección, y al igual que Marta nos encontramos “afanados y turbados con muchas cosas.
Pero sólo una cosa es necesaria”—la palabra de Dios. (Lucas
10:41-42a)
La verdad es que Dios jamás nos pidió edificios para su iglesia. La única estructura que Dios pidió fue el
tabernáculo portátil,
también conocido como la tienda de reunión. Aparte de la sagrada tienda portátil, los
israelitas fueron instruidos a adorar a Dios en sus casas al inicio de cada día
de reposo. La idea de tener un templo
vino del Rey David—no de Dios. Fueron
los judíos los que querían un templo y fueron los judíos los que más tarde
construyeron sinagogas por su propia voluntad.
Ahora, aunque Jesús no estableció edificios para su
iglesia, yo sí creo que de la misma manera en que Dios aceptó la idea de un
templo y de sinagogas, Jesús también está de acuerdo con nuestra idea de tener edificios para su iglesia. Dicho esto, aquí les presento cinco métodos sencillos
para financiar la iglesia sin tener que unirse a las mentiras de un diezmo en
efectivo.
Primero tenemos el método de las sinagogas. Los judíos tienen una extensa relación con el
Todopoderoso, más extensa que cualquier otra raza sobre la tierra y NO diezman sus ingresos. Por lo tanto, si lo que ellos hacen ha
mantenido a las sinagogas abiertas durante miles de años, entonces a nosotros
también nos funcionará. Eclesiastés
5:4-7 habla de las promesas hechas para financiar las sinagogas. Al inicio de cada año, los que están
dispuestos y son capaces, hacen promesas de voluntad propia para financiar su
sinagoga. Además de promesas, los judíos
también recogen ofrendas. En Lucas
21:1-4 Jesús observó que la viuda dio más. Esto nos deja saber que las ofrendas judías
también son de voluntad propia. Estas
dos fuentes de ingresos mantienen las sinagogas alrededor del mundo.
A continuación, tenemos el método de iglesias en casa.
Este es el mismo método utilizado por la
iglesia apostólica/primitiva. Como su
nombre indica, estos creyentes adoraban a Dios en sus casas. La Biblia no hace mención de que hubiera algún
interés por adquirir edificios para la iglesia.
Por lo tanto, los primeros cristianos estaban conformes con adorar a
Dios en sus hogares. Según 1ra
de Corintios 16:2, en el primer día de cada semana se recolecta una ofrenda de voluntad
propia. Y con eso, estos creyentes han
hecho desaparecer los gastos de obtener y mantener un edificio, y ahora pueden
dirigir sus ofrendas de amor a las necesidades de los pobres.
El tercer método de financiamiento es el método de los
Amish. Los Amish no diezman, ni recogen
ofrendas semanales. En cambio, dan
limosnas dos veces al año y dan de buena voluntad cada vez que surge una
necesidad. Ahora bien, por más que
busquemos, no vamos a encontrar que los Amish tengan edificios para sus iglesias.
Esto es porque nuestros hermanos y
hermanas Amish han estado adorando a Dios en sus casas durante cientos de años.
Pero en lugar de tener una sola casa
para celebrar sus cultos, usan todas las casas en sus comunidades. Cada semana, asignan una casa distinta para
que sirva de iglesia. De esta manera las
tareas de preparación y limpieza son compartidas por todos.
Esto nos lleva al cuarto sistema de financiamiento el
cual yo llamo el Método de Transparencia Cristiana. En este método, todos los gastos son presentados a la congregación para ser
aprobados e incluso se vota sobre ellos si es necesario. Entonces simplemente tomamos el total de
gastos mensuales, menos las ofrendas semanales y le dejamos saber a la
congregación la cantidad necesaria para mantener el edificio de la iglesia. El método de transparencia cristiana funciona,
porque cuando a los cristianos se les permite ver las necesidades de su
iglesia, ellos dan. El único obstáculo
que este método tiene es que los pastores, amantes del dinero, no desean que la
congregación conozca en qué se consume el dinero que ellos, tan arduamente,
trabajan.
Mi último método de financiamiento es una combinación
de cualquiera de estos cuatro métodos. No deberíamos limitarnos a sólo uno de estos
métodos. Como cristianos debemos
utilizar todas las herramientas disponibles para promover el Evangelio. Lo que no debemos hacer es mentir acerca del
diezmo. Hacer las cosas malhechas por
razones “benevolentes” (entre comillas) no funciona con Dios. Recuerde, que Abraham intento ayudar al plan
de Dios al tener un hijo con la esclava, y todos sabemos cómo terminó eso.
Mentir acerca de la palabra de Dios es un asunto muy
serio. Especialmente cuando los pastores
están haciéndolo para estafar a los pobres en espíritu. Aquellos que continúan la práctica moderna de
hacer un fraude del diezmo divino, pronto descubrirán que “horrenda cosa es caer en las manos del Dios vivo.” Hebreos 10:31.
Si usted encuentra que este estudio es útil, por favor
compártalo con los demás para que podamos financiar la iglesia.
Y recuerde que Dios le ama a usted, no a su dinero.
Gracias por escuchar. Hasta la próxima, Dios le bendiga.