Para demostrar lo justo que son Sus leyes, Dios
creó al hombre. Luego escogió un pueblo entre los hombres y comenzó Su teocracia
terrenal para darnos prueba positiva de los beneficios que Sus leyes les
imparten a todos los seres creados. La teocracia terrenal no duro mucho
tiempo, pero los beneficios derivados y recibidos por hombres, que poniendo a
un lado su libre albedrio aplican las leyes celestiales, son evidentes a todos
nosotros aquí en la tierra y en el Cielo. Lo cierto es que cada vez que
una autoridad de gobierno humano crea una ley, la cual limitará la libertad que
tienen sus ciudadanos, ese cuerpo gubernamental está apoyando el plan divino de
leyes y limitaciones y lo hace así porque la imagen de Dios está en el ser humano.
Por esto es que está escrito en Romanos 13:1; “Todos debemos someternos a
las autoridades, pues no hay autoridad que no venga de Dios. Las autoridades
que hay han sido establecidas por Dios.”
Los seres humanos también somos la evidencia en
vivo de lo que ocurre cuando no hay ley o las leyes existentes son
injustas. Las atrocidades horrorosas que han resultado en sociedades
remotas y cerradas debido a su falta de un gobierno con leyes justas, son la
evidencia de lo que pasa cuando falta la virtud divina. Aun en casos de
abuso de menores tenemos le evidencia en vivo de los resultados de actuar fuera
de los límites de la ley y esta evidencia será presentada a los ángeles caídos
en el día del juicio. Por esto está escrito en Mateo 12:36-37, “Pero
yo les digo que, en el día del juicio, cada uno de ustedes dará cuenta de
cada palabra ociosa que haya pronunciado. Porque por tus palabras
serás reivindicado, y por tus palabras serás condenado.” Por tanto,
si nuestras palabras “ociosas” serán usadas para vindicarnos o
condenarnos, entonces no debe quedar duda de que nuestras acciones tendrán gran
peso en la Corte Divina. Nuestras vidas no son para vivirlas y luego
desaparecer de la existencia como si el cuerpo físico fuera todo lo que hay.
Los dejo con esto; ¿se ha preguntado cómo es que
vamos a exaltar y alabar a Dios “por siempre y siempre”? [Salmos
145:1-2]. ¿No será esto un poco excesivo? ¿Será que el Altísimo
necesita ser asegurado (por medio de nuestras continuas alabanzas) de Su
grandeza todos los días, por toda la eternidad? Esto no será para el bien
de Dios, sino para el bien nuestro. Así como el juramento de lealtad de
los Estados Unidos fue desarrollado con la intención de unificar a la nación después
de la guerra civil; las alabanzas eternas son para evitar otra rebelión
celestial. Esta adoración eternal es para que constantemente estemos consientes
de la autoridad de Dios sobre nosotros y sirve de recordatorio que los miembros
salvos de la humanidad voluntariamente y de buena gana juraron lealtad al Todopoderoso
porque encontraron que Él es Santo y digno de la posición que ejerce.
Por esto es que algunos tales llamados ‘buena gente’
no se les permitirá entrar al cielo. Algunos piensan que un Dios Bueno
nunca autorizaría que gente ‘buena’ pase la eternidad en el Lago de
Fuego. Ellos creen que si nunca han roto ley alguna o echo daño a otro
(sin tomar en cuenta lo increíble que esto seria, vea Marcos 10:18 y Lucas
18:19) entonces se han ganado el derecho al Cielo y no existe razón por
negársele la entrada al Reino. Están gravemente errados, porque al menos
que acepten el plan de Dios ahora (en esta vida) no se les permitirá la entrada
al Cielo, porque si a estas personas ‘buenas’ se les permite entrar al Reino
bajo sus propios méritos, será sólo cuestión de tiempo hasta que comience otro
alboroto. Será un asunto de cuándo es que van a comenzar a murmurar
contra Dios y Su autoridad sobre ellos y cuando entremos en cuenta ya habrá
otra rebelión celestial; esta vez comenzada por ‘gente buena’. Por esto
es que se les negará la entrada. Por eso está escrito, “En ningún otro
hay salvación, porque no se ha dado a la humanidad ningún otro nombre bajo el
cielo mediante el cual podamos alcanzar la salvación.” Hechos 4:12.
Para concluir, ¿le gustaría hacer temblar el
Cielo? Entonces en su hora más oscura proclame la soberanía de
Dios. Declare su fe sin importar lo amargo que estén las cosas. Su fe es
un testimonio predicado al mundo que atrae a otros al cristianismo y a la labor
de un día juzgar ángeles. Y esto hace que los ángeles insubordinados
tiemblen. Por esto está escrito en 1ra Pedro 1:12b, “Éstas son cosas
que aun los ángeles quisieran contemplar.”
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